En el más reciente informe de la Organización de Turismo del Caribe (CTO), la secretaria general de la entidad, Dona Regis-Prosper, incluye un párrafo que expresa una visión muy positiva: “El crecimiento continuo del Caribe es un testimonio de la fortaleza de nuestra colaboración regional y del atractivo duradero de nuestros destinos”, que estoy seguro de que todos los involucrados en este sector quisiéramos que fuera así.

Esta optimista perspectiva se apoya en los positivos resultados del turismo en la región que reporta el informe, que indica que el sector “continuó su sólida recuperación y expansión en 2024, con un estimado de 34,2 millones de llegadas de turistas internacionales. Esto representa un aumento del 6,1 % en comparación con 2023 y un 6,9 % por encima de los niveles pre pandemia, lo que marca el segundo año consecutivo en que la región supera el índice de referencia de 2019”.

El optimismo de Dona Regis-Prosper va más lejos, porque entiende que: “A pesar de la incertidumbre geopolítica y los desafíos económicos globales, nuestro sector ha demostrado una resiliencia notable”. Pero advierte que “para mantener este impulso, debemos redoblar nuestros esfuerzos en inversiones estratégicas, alianzas innovadoras y prácticas sostenibles que protejan a nuestra gente, nuestra cultura y nuestro medio ambiente”.

La CTO destaca en su informe que el Caribe recibió 34.2 millones de turistas internacionales (visitantes que pernoctan) en 2024, un aumento del 6,1 % comparado con el 2023 y del 6,9 % con el 2019.

República Dominicana, señala, fue el destino más visitado en el 2024, con 8,5 millones de turistas; seguida por Jamaica con 2,9 millones; Cuba 2,2 millones; Bahamas 1,9 millones; Aruba 1,4 millones, y Puerto Rico 1 millón. Estos seis captaron aproximadamente el 56 % de todas las llegadas a la región.

Creo que esta perspectiva optimista basada en los éxitos del año pasado, no toma en cuenta el impacto de las políticas puestas en marcha por el presidente de Estados Unidos, país al que ya estas decisiones le ha costado una notable caída del turismo, que reporta una reducción del 10% de las llegadas en marzo; y una reducción de un 70% de las reservas de vuelos desde Canadá hasta septiembre próximo. También ha caído un 25% el turismo europeo; y las tarifas de los hoteles han bajado un 11%.

Creo que nosotros ya estamos viendo los primeros impactos negativos “de la incertidumbre geopolítica y los desafíos económicos globales”, impulsados por el cambio de rumbo que se registra en Estados Unidos.

Cuando se nubla el futuro inmediato y se resiente la economía, la primera víctima son los gastos en vacaciones, viajes, diversión, ropa y similares. Nosotros ya lo estamos sintiendo a pesar de la intensidad del esfuerzo promocional en que está empeñado el Ministerio de Turismo.

En el primer semestre del 2025 creció las llegadas de visitantes de cruceros, pero el turismo internacionales bajó un 1%; por la reducción de un 5% del mercado estadounidense, un 4% del canadiense y el 8% de los europeos. Nos alivió el resultado el crecimiento del 26% del mercado, a pesar de que se estancó Colombia. Atención a la pizarra.

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